Hay personas que plantean dificultades a la hora de decir la palabra “NO” en sus relaciones personales, profesionales o sentimentales.
Durante años se han acostumbrado a hacer todo aquello que le pedían otras personas, a satisfacer todos sus deseos o, simplemente, a dejarse llevar. Generalmente este tipo de actos trataban de hacer nuevos amigos, mantener alguna relación importante o, simplemente, no quedar mal. Estos intentos bienintencionados pueden provocar, con el paso del tiempo, que aparezcan personas que tratan de aprovecharse de la disponibilidad de estas personas o simplemente, se acostumbran a recibir todo lo que quieren.
De ese modo, se generan relaciones desiguales, donde una parte recibe y la otra da. Se genera así un círculo vicioso que resulta dificil de modificar.
Pensemos por un momento en la imagen de un tractor, que presenta una rueda grande y bien hinchada, y otra más pequeña y menos hinchada. Si el tractor comienza a moverse, la primera girará con facilidad y hará más fuerza, y la otra tendrá más dificultades y necesitará más esfuerzo para girar, de modo que el tractor, en lugar de avanzar, dará vueltas sobre si mismo.
Lo mismo sucede con las relaciones, si una parte tira, y la otra se mantiene estática, la relación puede entrar en una espiral donde otro cede, se esfuerza y gira permanentemente alrededor del otro, que se mantiene estático.
Esto puede provocar en estas personas cierta sensación de pérdida de su esencia. Es como si cuando estuviese con alguien se dejase llevar constantemente, y si a esa persona le gusta ir a la playa fuese a la playa, o si le gusta la montaña, pues cediese y fuese a la montaña. Si alguien le preguntase qué es lo qué le gusta más, tendría dificultades en responder. No resulta sencillo cambiar estos círculos viciosos, pero con constancia y esfuerzo es posible lograrlo. ¿Cómo? Pues haciendo pequeños experimentos, probando a decir “NO”.
Se puede comenzar por cuestiones sencillas sin importancia, quizás ante la petición de quedar para tomar un café o una caña, quizás ante la solicitud de realizar una tarea sencilla o de ir a tal o cual sitio. Puedes pensar en poner alguna excusa para no hacerlo, puedes pensar en no dar explicaciones o en simplemente decir que no quieres, no puedes o no te apetece.Lo importante es probar, comenzar por los más pequeño e ir ascendiendo en dificultad.
Hasta el momento decir siempre sí ha generado cierta sensación de satisfacción en el corto plazo, pero generaba malestar en el medio y largo plazo. Es posible que, si comienzas a decir “no”, se provoque cierto malestar en el corto plazo, pero se genere una considerable sensación de bienestar en el medio y largo. Quizás este tipo de movimientos puedan generar cierta resistencia por parte de algunas de esas personas que te rodean, es natural, ya que están acostumbrados a tenerte siempre a disposición. Si son relaciones verdaderas y no son interesadas, perdurarán.
¿Te atreves a probar?
¿Te apetece contarme qué tal te ha ido?
Suerte.